Londres, capital del mundo

Viajar en: Invierno

Siempre quise conocer Londres, desde que era chica y estaba aprendiendo a hablar inglés. Y como esos amores platónicos, al final, las cosas no son como uno se las imaginaba. Esto no es bueno ni malo, por lo menos en este caso. Puedo decir que me llevo grandes anécdotas e historias para contar. Ha sido además, un viaje de reunión. Me encontré con muchas personas de diferentes momentos de mi vida y de todas partes. Parecería que Londres es el punto de encuentro del mundo. Como para las familias lo es la casa de los abuelos.

Si bien no tienen nada que ver una con otra, Londres me dio la misma sensación que Buenos Aires. Esa gran ciudad que genera una doble cara de amor y odio. Te da lo mejor y lo peor de sí misma. Es que son caras de la misma moneda. Londres, carta de presentación del capitalismo, es también cuna de protestas, de expresión, de grandes artistas. A veces la amaba (caminando por las calles de Shoreditch), a veces me agobiaba (como en Picadilly Circus).
Es increíble como Londres ha hecho de sus elementos de la vía pública, un souvenir. Objetos que en el resto del mundo pasan completamente desapercibidos, Londres ha logrado que hagas colas para tomarte esa foto en la cabina de teléfono y compres a montones y en pequeños formatos de recuerdo, buses rojos, banderitas, el cartel del metro, y de nuevo, las cabinas telefónicas.
La polaridad de Londres también está en su misma arquitectura. Cómo convive y se acumula lo viejo y lo nuevo en pocos metros cuadrados. Cada rincón reúne todos los pueblos que dejaron su huella en la gran ciudad, desde el imperio romano hasta los tiempos que corren.

Y el río Thamesis, que la atraviesa y lo refresca todo. Ahí si que ha corrido mucha agua bajo esos puentes. Cuántas historias han surgido a las orillas de este río! Eso pensaba parada en el London bridge mientras miraba esas multitudes que iban y venían frenéticamente. Y eso es lo que más me atrae de Londres. Como en la casa de los abuelos, miles de personas reunidas con sus grandes tesoros de la vida, son miles de historias para contar.