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Al norte de Grecia, en la llanura de Tesalia, se encuentra este mágico e imponente paisaje: Meteora. Una serie de 6 monasterios construidos sobre mazas rocosas que se alzan desde la tierra hasta 600 metros de altura. O bien, según cuenta el mito, rocas enviadas por el cielo a la tierra. Un lugar alejado y seguro de la invasión otomana donde creyentes se retiraron para rezar en paz. Están habitados desde el siglo XIV y en total eran 24, pero muchos fueron destruidos por los nazis en la segunda guerra mundial ya que fue refugio de la resistencia griega.
Mucha gente decide hacer un tour de un día desde Atenas. Nosotras, junto con mi hermana, decidimos pasar la noche en un pueblo a los pies de Meteora, Kalambaka. Es un pequeñísimo pueblo que denota la vida del griego del monte, alejado de las grandes construcciones de cemento y las hordas de turistas, y que goza de un imponente paisaje que pudimos disfrutar en el atardecer, y a la mañana junto con un buen desayuno que la señora del hotel nos preparó especialmente porque salíamos muy temprano. Un paisaje que emana la paz que aquellos monjes fueron a buscar hace 7 siglos atrás.
Subimos hasta Meteora de la mano de Nikos, un señor del pueblo, con una risa tatuada en la cara y una verborragia desatada. Nikos a veces se dedicaba a llevar gente hasta los monasterios, actividad que combinaba con su otro trabajo. Ese día fuimos nosotras las afortunadas de tenerlo como guía. Nikos no hablaba inglés y nosotras, mmm bueno, tampoco manejamos muy bien el griego. Pero eso era un mero detalle a la hora de comunicarnos. Nikos no paró de contarnos historias ni por un segundo, hacernos reír y hasta oficiar de fotógrafo, así podíamos tener fotos juntas con el mejor paisaje de fondo. Y cuando no lográbamos comprender alguna de sus historias se contactaba con otro griego que anduviera por ahí y hablara inglés. Pero sino había nadie, eso tampoco iba a ser un problema para Nikos. Simplemente levantaba el teléfono, llamaba a su hija y me daba el aparato para que ella me pudiera explicar su historia o a qué se dedicaba Nikos aparte de ser guía de vez en cuando. Es así como supimos que ademas de esto, Nikos trabaja en la corte!
No sólo vimos los 6 famosos monasterios, también nos llevó a conocer otras pequeñas edificaciones amuradas a la montaña, como incrustadas dentro de ésta. Si los monasterios de siglo XIV a 600 metros resultan impresionantes, esto lo es aun más, ya que guarda la magia de ser un lugar secreto que sólo los locales conocen y además, es el lugar donde fue bautizado Nikos, según nos contaba entre sus historias.
A la mañana siguiente volvimos en tren, mi medio de transporte preferido que me permitió ver el camino de nuevo a Atenas. Pero además tuvimos que parar dos horas en una estación intermedia para hacer transbordo con otro tren. Cuando compramos el ticket le pregunté al señor si había algo para ver en ese pueblo durante esas dos horas. Me dijo, “¿te gustan los arboles?”. Le dije que si. “Bueno, hay muchos arboles para ver”, me respondió. Yo dije alguna vez que me gustaban los pueblos tranquilos donde se respiraba la vida local, ¿no? Tan tranquilo era este pueblo que casi ni había vida local. La estación estaba perdida en el medio de algún que otro árbol, el señor que cuidaba la estación y la señora que barría. No había nada, ni nadie más. Y yo me sentía como en una película. Estaba fascinada con esa estación de tren en la Grecia profunda.
El tren de transbordo finalmente llegó y nos llevó de nuevo hasta Atenas donde terminaría nuestra visita por la peninsula. Próximo destino: islas griegas…
2 thoughts on “Meteora con Nikos”
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Qué bello relato. Me hizo recorrer el.lugar junto a ustedes.
🙂